Promesas del Corazón Castísimo de San José
Primer Mensaje (1 de marzo de 1998)
En esta aparición, San José llegó en un manto azul y túnica blanca, acompañado por varios ángeles. San José sostuvo un lirio y me mostró su Corazón.
"Mi querido hijo, Dios Nuestro Señor aquí me manda a hablarle sobre las gracias que todos los fieles recibirán de mi Castísimo Corazón, que Jesús y mi Santísima esposa desean ser honrado. Yo soy San José y mi nombre José significa "el que crece", porque crecí cada día en la gracia y en las virtudes divinas. Por medio de la devoción a mi Castísimo Corazón, muchas almas serán salvadas de las manos del demonio. Quiero hablarle todos los días sobre las promesas de mi Corazón de que Dios, Nuestro Señor, me permita revelarle. Así como yo fui justo y soy justo a los ojos de Dios, todos los que tienen devoción a mi Castísimo Corazón serán justos y santos a los ojos de Dios, porque los llenaré de estas gracias y virtudes, haciéndolos crecer cada día en el camino de la santidad. Por ahora, este es el mensaje de hoy. Te bendigo, mi hijo, y a toda la humanidad: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Segundo Mensaje (2 de marzo de 1998)
San José estaba con el Niño Jesús, con el manto marrón y la túnica blanca. El Niño Jesús estaba con la cabeza inclinada en el Corazón de San José, jugando lirios que sostenia en sus manos. San José tenía una hermosa sonrisa. El tenía ojos verdes muy brillantes. El parecía ser muy joven, de una belleza indescriptible. El Niño Jesús fue el primero en hablar:
Jesús: "Mi hijo, mira este corazón..."
El Niño Jesús con una de sus manos abrió el pecho de San José que estaba iluminado. Y con ella sostuvo su Castísimo Corazón, mostrándome.
'Aquí en este corazón encuentras a mi morada, porque es un corazón puro y sagrado. Que todos los corazones sean así, para que puedan ser mis moradas en la tierra. Que los imiten para que puedan recibir mis gracias y bendiciones."
Poco después San José me dice su mensaje:
"San José: mi querido hijo, hoy te bendigo, bendigo a tu madre y a toda tu familia. Mi querido hijo, Dios, Nuestro Señor, desea conceder a toda la humanidad miles de gracias a través de la devoción a mi Corazón. Mi hijo, Jesús y Señor, que creé con el amor de padre aquí, en la tierra, desea que todos los hombres puedan difundir esta devoción de mi Corazón a todos aquellos que necesitan las gracias del cielo. El pide también que todos ayuden a los necesitados con buenas obras y hechos.
Prometo a todos aquellos que honran este mi Castísimo Corazón y que hagan aquí en la tierra buenas obras en favor de los más necesitados, especialmente los enfermos y moribundos, para quienes yo soy como un consuelo y protector, de recibir en el último momento de sus vidas la gracia de una buena muerte. Yo mismo seré para estas almas el abogado ante mi Hijo Jesús y, junto con a mi esposa, María Santísima, los consolare en las últimas horas de sus sufrimientos aquí en la tierra, con nuestra santísima presencia, y descansaran en la paz de nuestros corazones. Así como tu viste a mi Hijo Jesús descansar su cabeza en mi Corazón, así yo y mi esposa, María Santísima, conducirá esas almas a la gloria del Paraíso, delante de su Salvador, mi hijo Jesucristo, para que descansen, inclinándose junto a su Sagrado Corazón, en el horno ardiente del amor más puro y más alto. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!'
Tercer Mensaje (3 de marzo de 1998)
San José vino con túnica blanca, con manto blanca, sosteniendo un lirio y con el Niño Jesús también en blanco.
"Mi querido hijo, escucha y haz saber a todos los hombres lo que Dios me permite revelarles esta noche, pero antes, te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Yo les concederé la paz.
¡Mi querido hijo, cómo el pecado se propaga de una manera tan fuerte! Los hombres se alejan de los trucos más insidiosos del demonio. El enemigo de la salvación quiere destruir a todos los hombres para que, asi, todos se pierdan. El es envidioso y odia a toda la raza humana. Muchos pasan por tantass pruebas y tentaciones que el enemigo de Dios lanza en todo momento, tratando así de destruir las almas de los hombres mortales que fueron creados por Dios.
Los medios de que más el utiliza son los pecados contra la pureza santa, porque la pureza es una de las virtudes más queridas por Dios, y así Satanás desea destruir la imagen de Dios presente en cada criatura a través de esta virtud. Es por eso que Dios pide a toda la humanidad la devoción a mi Castísimo Corazón, porque él desea conceder a los hombres la gracia de vencer las tentaciones y los ataques del demonio en el día a día. Mi hijo Jesús le reveló a mi querido hijo, el poder de invocar mi nombre. Basta invocar mi nombre para poner en fuga todos los demonios.
Prometo a todos los fieles que honren este mi Castísimo Corazón con fe y amor la gracia de vivir la pureza santa del alma y del cuerpo y la fuerza y los medios necesarios para vencer todos los ataques y tentaciones del demonio. Yo mismo los protegeré como parte preciosa de mí. Esta gracia no está destinada sólo a aquellos que honran este Corazón mío, mas también para todos sus familiares que necesitan ayuda divina. A todo lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Cuarto Mensaje (4 de marzo de 1998)
San José vino con un manto de color vino y una túnica verde. Sostuvo un bastón en su mano derecha y mostraba su Castísimo Corazón, que brotaba rayos de luz muy fuertes.
"Mi querido hijo, hoy es el primer miércoles del mes. En cada primer miércoles del mes, mi Castisimo Corazón derrama innumerables gracias sobre todos aquellos que recurren a mi intercesión. En estos miércoles, los hombres no recibirán una lluvia de gracia, sino torrentes muy fuertes de gracias extraordinarias, porque comparto con todos los que me honran y que recurren a mí todas las gracias, todas las bendiciones, todas las virtudes y todo el amor que recibí de mi Divino Hijo Jesús y de mi esposa María Santísima cuando todavía vivía en este mundo y ahora todas las gracias que sigo recibiendo en la gloria del paraíso.
¡Mi querido hijo, qué gran honor y dignidad recibí de nuestro Padre Celestial, que hizo que mi Corazón exultar! El Padre Celestial me concedió el honor de poder representarlo en este mundo para poder cuidar de su Divino y Amado Hijo, Jesucristo. Mi corazón también estaba sorprendido por tanta dignidad, porque me sentía incapaz e indigno de tan grande favor y beneficio, pero puse todo en las manos del Señor y, como su siervo, estaba dispuesto a hacer su santísima voluntad. ¡Piensa, mi querido hijo, que felicidad sentía en mi corazón! El Hijo del Altísimo estaba ahora bajo mi cuidado y era conocido por todos los hombres como mi hijo legítimo. A los ojos de los hombres eso era imposible, pero para Dios todo es posible cuando así Él lo quiere.
Por causa de esta gran gracia y alegría que Dios concedió a mi Corazón y, por tan grande misterio, prometo interceder ante Él por todos aquellos que recurrieron a mi honrando este mi Corazón, la gracia de poder solucionar los problemas más difíciles y las necesidades más urgente, que a los ojos de los hombres parezca imposible, pero, por mi intercesión con Dios se hará posible.
Bendigo, en esta noche, a toda la humanidad. Derramo las gracias de mi Corazón sobre todos los pecadores para que se conviertan. Mi Corazón derrama sus rayos de amor sobre toda la Santa Iglesia. Particularmente sobre el Vicario de mi Hijo Jesús, (*) el Papa. Nadie, como él, tiene acceso especial a este Corazón mío. Que el confíe en mi corazón y en mi intercesión, porque yo soy para el Santo Padre como un Padre y Protector. A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. ¡Hasta Pronto!"
(*) Aquí San José menciona el nombre del Santo Padre, porque había puesto en marcha años antes, el día 15 de agosto de 1989, la Exhortación Apostólica REDEMPTORIS CUSTOS (Defensor del Redentor) que habla de su persona. San José expresa su protección, como a toda la Santa Iglesia, de cual el es protector. Pero este mensaje también se refiere al Papa actual Benedicto XVI, que tiene como nombre Joseph (José), como si fuera un preaviso de que un Papa que tiene por nombre José debería acoger esta devoción del Castísimo Corazón del Padre Adoptivo de Jesús en la iglesia y difundirlo al mundo, pues este es el tiempo de San José. Que Dios apresure este día glorioso cuando la devoción al Castísimo Corazón de San José será conocida y difundida en toda la Iglesia y en todas partes del mundo.
Quinto Mensaje (5 de marzo de 1998)
Esta noche el confidente recibió la visita de la Sagrada Familia. San José estaba de manto beige y una túnica azul gris, teniendo en sus brazos al Niño Jesús que estaba de túnica azul muy claro. Nuestra Señora llevaba un velo blanco y un vestido azul gris. Nuestra Señora fue quien primero hablo:
Nuestra Señora: "Mi querido hijo, en esta noche Dios, Nuestro Señor, me permite conceder su paz a todos los hombres de todo el mundo. Bendigo también todas las familias y les pido que vivan la paz en sus hogares y una íntima unión con Dios. Si las familias quieren recibir las bendiciones y la paz de Dios deben vivir en la gracia divina, pues el pecado es como un cáncer tenebroso en la vida de una familia que no vive unida a Dios. Dios desea que cada familia, en estos últimos tiempos, pida la protección de la Sagrada Familia, porque yo, mi Hijo Jesús y mi esposo Castísimo José, deseamos proteger cada familia contra los embustes del demonio. Que vivan mis apelaciones y este mensaje que Dios me permite revelarles hoy. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hasta pronto. Ahora escuche a mi esposo castísimo José."
San José: "Mi querido hijo, esta noche mi Corazón desea derramar muchas gracias sobre todos los hombres, porque anhelo la conversión de todos los pecadores para que se salven. Que todos los pecadores no tengan miedo de acercarse a este mi Corazón, pues deseo acogerlos y protegerlos.
Muchos son aquellos que andan lejos del Señor por causa de sus pecados graves. Muchos de estos mis hijos están así porque se dejaron caer en las trampas del demonio, el enemigo de la salvación, que busca llevar a todos estos mis hijos al desespero, haciéndoles pensar que no hay más solución o retorno porque, se desesperaron y no confiaron en la Divina misericordia, será para el demonio presas fáciles. Pero yo, mi querido hijo, digo a todos los pecadores, incluso a aquellos que han cometido los pecados más terribles, que tengan confianza en el amor y el perdón del Señor, y que confían también en mí, en mi intercesión. Todos aquellos que recorren a mí con confianza tengan la certeza de mi ayuda para recuperar la gracia divina y la misericordia del Señor. Vea, mi hijo, que el Padre Celestial me confió a su Hijo Divino Jesucristo y al Espíritu Santo, y su esposa Inmaculada, para estar bajo mi cuidado. Mi Corazón sentía una gran paz y alegría por tener a Jesús y a María a mi lado viviendo en la misma casa.
Nuestros Tres Corazones se amaban. Vivimos un amor trinitario, mas era un amor unido en un solo acto de ofrenda al Padre Eterno. Nuestros Corazones se fusionaron en el amor más puro, convirtiéndose en un corazón que viviendo en tres personas que se amaban verdaderamente. Mas vea, mi hijo, cuánto mi Corazón se angustio y padeció al ver a mi Hijo Jesús tan pequeño ya corriendo el peligro de muerte por causa de Herodes que, poseído por el espíritu del mal, mando matar todos los niños inocentes. Mi Corazón paso por una grande tribulación y sufrimiento por causa de ese gran peligro que sufrió mi Hijo Jesús, pero el Padre Celestial no nos abandonó en ese momento, por tanto, envió a su Ángel mensajero que me guió en lo que debía hacer y en la actitud que debí tomar en esos momentos difíciles y de sufrimiento. Por eso, hijo mío, diles a todos los pecadores que no se desesperen ante los grandes peligros de la vida y los peligros que pueden causar la perdición de su propia alma.
Prometo a todos aquellos que tienen confianza en mi Corazón puro y casto, honrándole devotamente, la gracia de ser consolados por mí en sus mayores aflicciones del alma y en el peligro de la condenación, cuando, por desgracia, pierden la gracia divina por causa de sus graves pecados. A estos pecadores que recorren a mi prometo las gracias de mi Corazón para un propósito de enmienda, arrepentimiento y sincera contrición de sus pecados.
Ahora les digo a todos los pecadores que no tengan miedo al demonio y no se desesperen por causa de sus crímenes, más vengan a lanzarse en mis brazos y fortalecerse a mi Corazón para que puedan recibir todas las gracias para su salvación eterna. Ahora le concedo a todo el mundo entero mi bendición: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Sexto Mensaje (6 de marzo de 1998)
También hoy vino la Sagrada Familia.
Jesús: "Yo soy la paz verdadera, concedo mi paz a todos los hombres. Yo soy Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad. Deseo que todos los hombres honren el Corazón Inmaculado de mi Madre María Santísima y el Castísimo Corazón de San José. Mi Sagrado Corazón desea expandir un nuevo flujo de gracias impulsado de amor por la salvación de los pecadores.
Mira, hijo mío, a medio de estos Corazones (Jesús mostró los Corazones de Nuestra Señora y de San José), deseo atraer a todos a mí. Es por medio de estos Corazones que comparto mis gracias y bendiciones. Por medio de ellos, los hombres llegarán rápidamente a mi Sagrado Corazón.
Dígale a todos los hombres que no desperdicien las gracias que deseo concederles. Honrando estos dos Corazones me estarán honrando y glorificando, porque yo escogí a mi Madre, María Santísima y mi Padre Virginal José para cuidar de mí y para yo, el Hijo de Dios, vivir a su lado durante mi misión divina en la tierra. Por eso, aquellos que los honran me estarán honrando, porque ellos honran mi decisión de elegirlos por mis padres en la tierra. Bendigo nuevamente a todos mis hijos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Nuestra Señora: "Queridos hijos, honran a las Santas Chagas de mi Hijo Jesús, porque, por medio de ellos, Dios les concede muchas gracias que servirán para su conversión y la conversión de sus hermanos. En este tiempo de Cuaresma, procuran meditar la Santa Pasión de mi Hijo Jesucristo, para que ustedes puedan comprender lo que mi Hijo Jesús tuvo que soportar y sufrir para liberarlos del yugo del pecado. Este es el momento para que ustedes se reconcilien con Dios y con sus hermanos. Vivan en sus vidas la Santa Ley de Dios. Procuran ser fuertes y firmes en las pruebas, siendo fieles a su ley de amor.
Dios ama la fidelidad. Por lo tanto, mis hijos, cuanto más ustedes fueran fieles y responsables de sus compromisos cristianos, más ustedes comprenderán el amor de Dios y sentirán, en sus vidas, sus gracias. Con mis oraciones, intercedo por cada uno delante de mi Hijo Jesús y les digo que estoy al lado de ustedes para ayudarlos. Así, no se desanimen. ¡Valor! A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
San José: "Mi querido hijo, deseo nuevamente hablarle sobre las gracias que mi Corazón Castísimo desea difundir sobre toda la humanidad. Oh mi Corazón Castísimo, por los impulsos del amor, busca, de todas las maneras, salvar a todos los hombres del pecado. Oh mi Hijo Jesús, por medio de mi Corazón, desea compartir sus bendiciones divinas con todos los hombres. Sé que muchos de ustedes pasan por grandes dificultades porque, en estos últimos tiempos, los hombres ya no se aman mas y no se ayudan mutuamente, sino que viven con sus corazones llenos de orgullo, falsedad, mentiras, intrigas, ambiciones, maledicencias, mezquindades y muchas cosas equivocadas, que son las consecuencias de su distanciamiento de Dios.
¡Mi hijo, vea cuánto yo tuve que sufrir al lado de mi Hijo Jesús y mi Esposa María Santísima! Como ya les dije, había recibido del Padre Celestial la misión de ser el guarda y protector de Jesús y María. Mi hijo, mi corazón se angustiaba porque, como éramos tan simples y sin muchas condiciones de vida, yo procuraba dar una vida digna al Hijo del Altísimo. El único medio que yo utilizaba para traer el pan a la casa era mi oficio de carpintero. No siempre los trabajos tenían su ganancias apropiados.
En ese tiempo la vida también tenía sus problemas, pero siempre tuve confianza en la Divina Providencia, que nos ayudó y concedió sólo lo que fue necesario para nuestro sustento y del Niño Dios, mi amado Hijo Jesucristo. Oh mi Corazón, sin embargo, estaba muy angustiado porque pensé que no le estaba daba una vida digna a mi Hijo Jesús. Esto Dios permitió que me pasar para crecer en confianza en su Divina Providencia, para que la virtud de la humildad pudiera decorar mi alma y yo fuera un ejemplo para todos los hombres y obreros, para que ellos también cumplan con sus deberes y trabajos con amor y paciencia. Yo soy el modelo para todos los trabajadores y obreros. Por eso, mi querido hijo, a todos aquellos que honran mi Corazón y tienen plena confianza en mí y en mi intercesión, les prometo que no serán desamparados en las dificultades y en las pruebas de la vida, porque le pediré al Señor que los ayude con su Divina Providencia en los problemas tanto materiales como espirituales.
Los padres y madres que se consagran a mi Corazón, como también a sus familias, tendrán mi ayuda tanto en sus aflicciones y problemas, como también en la creación y educación de sus hijos, pues así como yo creí al Hijo del Altísimo en sus santas leyes divinas, así ayudare todos los padres y madres que consagran a sus hijos a mi, a criarlos con amor en las santas leyes de Dios para que ellos encuentren el camino seguro de la salvación.
Ahora digo a todos los hombres, consagrarse a mi Corazón Castísimo. Conságrame todo: sus vidas, sus familias, sus trabajos, todo consagren a mí, porque mi Corazón es la nueva fuente de gracias que Dios concede a todo el mundo. Este es mi mensaje para toda la humanidad. Extiendo mi manto sobre todo el mundo y sobre toda la Santa Iglesia. Confía en mí y recibirás todas las gracias. A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Séptimo Mensaje (7 de marzo de 1998)
San José vino de manto verde y túnica gris oscuro. Nuestra Señora vino de manto azul y vestido blanco con velo blanco. El Niño Jesús vino de túnica amarillo pálido. San José sostenía la mano derecha de Jesús.
"Mi querido hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi Esposa María Santísima, los bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mi querido hijo, mi Hijo Jesús está muy indignado por los pecados de la humanidad. Él desea derramar su justicia divina sobre todos los hombres que no quieren saber arrepentirse y permanecer obstinados en sus pecados. Vea, mi hijo, yo seguro a su mano, impidiendo que Él derrame su justicia sobre toda la humanidad. Le pido a Él, por las gracias de mi Corazón y por ser digno de vivir a su lado, de cuidarlo con el amor de padre en este mundo y de Él haberme amado con el amor de hijo, que no castiga al mundo por sus crímenes, sino que, por todos mis pequeños que honran y honorarán este mi Corazón Castísimo, se digne derramar su misericordia sobre el mundo.
¡Cuántos pecados son cometidos en el mundo, mi Hijo! Es necesario que los hombres hagan mucha penitencia, que se arrepientan de sus actitudes equivocadas, porque Dios recibe, hoy en día, continuas ofensas de hombres ingratos. Hoy son tantos los ultrajes, sacrilegios y indiferencias por parte de todos los hombres. Es por eso que hoy ocurren tantas calamidades como las guerras, hambre, plagas y tantas otras cosas tristes que el hombre ha pasado por su rebelión hacia Dios.
Dios deja que los hombres sigan sus propios caminos para mostrarles que, sin Él, nunca serán felices. Él deja que los hombres pasen por tanto sufrimientos, para también mostrarles cuáles son las consecuencias que el pecado trae a sus vidas y así la justicia divina castigará a la humanidad debido a su obstinación al no querer obedecer la voluntad de Dios. Por eso, mi querido hijo, en estos últimos tiempos, la humanidad sigue cada vez más obstinada en sus crímenes, porque para ellos lo que más importa son los placeres y las cosas mundanas, que el amor de Dios y sus Mandamientos. Pero la justicia de Dios no tardará de actuar de una manera nunca vista y repentinamente sobre el mundo entero.
Por lo tanto, mi hijo, dile a todos los que honran mi Corazón Castísimo que recibirán la gracia de mi protección para todos los males y peligros. Los que se entregan a mí no serán abatidos por la desgracias, las guerras, el hambre, las plagas y otras calamidades, sino tendrán mi Corazón como refugio seguro de protección. Aquí, en mi Corazón, todos estarán protegidos contra la justicia divina en los días vendrán. Aquellos que se consagrarán a mi Corazón, honorandolo, serán vistos por mi Hijo Jesús con ojos de misericordia, porque Jesús derramará su amor y llevará para la gloria de su Reino todos aquellos que yo coloque en mi Corazón. Este es mi mensaje esta noche. Yo los bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Octavo Mensaje (8 de marzo de 1998)
San José estaba de túnica marrón oscuro y manto marrón claro, rodeado por 12 Ángeles de alas grandes.
Mi querido hijo, mi Corazón exulta de alegría por estos encuentros, porque deseo derramar las gracias que el Señor me permite conceder. Quiero, por medio de mi Corazón, conducir todos los hombres a Dios. Aquí, en mi Corazón, todos los hombres estarán protegidos y, por medio de él, comprenderán el amor de Dios en sus vidas.
"Mi hijo, todos los aquellos que propagan devoción a mi Corazón y la practican con amor y con el corazón, tengan la certeza de tener sus nombres grabados en el, así como la cruz de mi Hijo Jesús y la "M" de María están grabadas en forma de llagas. Esto vale también para todos los sacerdotes que yo amo con predilección. Los sacerdotes que tienen devoción a mi Corazón y la difundan tendrán la gracia concebida por Dios de tocar los corazones más endurecidos y convertir a los pecadores más obstinados. Que todo puedan difundir la devoción de mi Corazón, porque es Dios mismo quien así lo pide. A todos los que escuchan mis apelaciones mi bendición."
Particular para el confidente: "Usted debe difundir entre todos los hombres esta devoción, mi querido hijo, porque usted fue designado por Dios para ser el apóstol de mi Corazón. ¡Hable a todos de mi amor! Mas tarde vengo a hablarles sobre otras cosas que serán muy importantes para la salvación de muchas almas. Dios te ha encargado una gran misión. Confía en mí y usted sabrás cómo realizarlo verdaderamente. Ahora yo te bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Mensaje de la Santísima Virgen (9 de marzo de 1998)
San José vino de manto de color vino y una túnica blanca. Nuestra Señora, con un manto azul y vestido blanco. El Niño Jesús, todo en blanco, en la falda de San José.
"Mi querido hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi Esposo Castísimo José bendecimos al mundo entero. Les pido que escuchen y vivan los santos mensajes del Señor. Conviértanse.
Continúen a rezar cada día el Santo Rosario y, particularmente, queridos hijos, los siete credos, porque habrá aquí, en el Amazonas, una gran pérdida de fe. Por eso les he pedido que recen siempre y sigan rezando los siete credos, porque muchos serán aquellos que perderán su fe y abandonarán la Santa Iglesia en los difíciles momentos que vendrán y yo, vuestra Madre, les pido que continúen a rezar para que se evite ese gran mal y esos días difíciles que muchos pasarán. El Padre Eterno, en esta noche, me permite revelarles la promesa de mi Inmaculado Corazón para todos aquellos que honraran devotamente y tienen amor por el Corazón de mi Esposo José.
Dile, mi hijo, a todos aquellos que honrarán a su Corazón Castísimo que serán beneficiados con mi presencia materna en sus vidas de una manera especial, porque yo estaré al lado de cada hijo mío y de cada hija mía, ayudándolos y confortándonos con mi Corazón de Madre, como ayudé y conforté a mi Esposo Castísimo José en este mundo. Y todo lo que pidan a su Corazón con confianza, prometo interceder ante el Padre Eterno, mi Divino Hijo Jesús y el Espíritu Santo, obteniendo del Señor la gracia de alcanzar la perfecta santidad e de imitar a mi Esposo José en las virtudes, alcanzando así la perfección del amor como él vivió.
Con esto, mi querido hijo, los hombres aprenderán a amar a mi Hijo Jesús y a mí con el mismo amor de mi Esposo José, recibiendo de nuestros corazones el amor más puro que compartiremos con ellos. Yo, mi Hijo Jesús y mi Esposo Castísimo Joseph estamos al lado de cada uno de ustedes. No teman, porque nuestros corazones los protegerán siempre. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Terminado el mensaje dado por Nuestra Señora, la Sagrada Familia dio su bendición y comenzaron a elevarse al cielo y Nuestra Señora dijo:
"¡Por fin, nuestros Corazones Unidos triunfarán!"
Mensaje de Nuestro Señor Jesús Cristo (10 de marzo de 1998)
"Mi querido hijo, hoy derramo las gracias de mi Corazón y bendigo a toda la humanidad. Deseo que todos los hombres tengan devoción al Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José. Aquellos que lo honran como a mi Corazón, me hacen feliz. Que usted pueda habla a todos los hombres sobre esta devoción que se les ha revelado. Te encargo usted esta misión como ya te dije. Debes amar a mi Padre Virginal José, así como yo lo amo, porque, amándolo, harás mi voluntad imitándome en todo. Quiero salvar a todos los pecadores. Yo amo a todos... Yo soy tu Dios, yo los creé y quiero que sean felices a mi lado y compartir de mi amor y la gloria del paraíso.
Por eso, mi hijo, todos aquellos que honran el Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José recibirán la gracia de, en el último día de sus vidas, en la hora de muerte, vencerán los embustes del enemigo de la salvación recibiendo la victoria y la recompensa merecidas en el Reino de mi Padre Celeste. Aquellos que honran este Corazón Castísimo devotamente en este mundo tendrán la certeza de recibir una gran gloria en el cielo, gracia que no será concedida a aquellos que no lo honran como yo pido.
Las almas devotas de mi Padre Virginal José se beneficiarán de la visión beatífica de la Santísima Trinidad y tendrán un profundo conocimiento de Dios uno y trino, el tres veces Santo, también disfrutarán de la presencia de mi Madre Celestial y de mi Padre Virginal José en el Reino del cielo, como de mis maravillas celestiales reservadas a todos ellos desde la eternidad. Estas almas serán queridas por la Santísima Trinidad y por mi Madre María Santísima y rodearán el Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José como los más lindos lirios. Esta es mi gran promesa a todos los hombres del mundo entero, devotos de mi Padre Virginal José. Yo lo bendigo, mi querido hijo, como toda tu familia y al mundo entero: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Jesús estaba vestido majestuosamente, hablaba con gran amor y con una autoridad real. Estaba muy lindo y lleno de luz que irradiaba de su ser, como si esta luz viniera de adentro hacia afuera y permaneciera a su alrededor. Cada vez que Él hablaba de la devoción al Corazón de su Padre Virginal José, su rostro se iluminaba y su Corazón brillaba más fuerte.
En esta aparición, San José llegó en un manto azul y túnica blanca, acompañado por varios ángeles. San José sostuvo un lirio y me mostró su Corazón.
"Mi querido hijo, Dios Nuestro Señor aquí me manda a hablarle sobre las gracias que todos los fieles recibirán de mi Castísimo Corazón, que Jesús y mi Santísima esposa desean ser honrado. Yo soy San José y mi nombre José significa "el que crece", porque crecí cada día en la gracia y en las virtudes divinas. Por medio de la devoción a mi Castísimo Corazón, muchas almas serán salvadas de las manos del demonio. Quiero hablarle todos los días sobre las promesas de mi Corazón de que Dios, Nuestro Señor, me permita revelarle. Así como yo fui justo y soy justo a los ojos de Dios, todos los que tienen devoción a mi Castísimo Corazón serán justos y santos a los ojos de Dios, porque los llenaré de estas gracias y virtudes, haciéndolos crecer cada día en el camino de la santidad. Por ahora, este es el mensaje de hoy. Te bendigo, mi hijo, y a toda la humanidad: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Segundo Mensaje (2 de marzo de 1998)
San José estaba con el Niño Jesús, con el manto marrón y la túnica blanca. El Niño Jesús estaba con la cabeza inclinada en el Corazón de San José, jugando lirios que sostenia en sus manos. San José tenía una hermosa sonrisa. El tenía ojos verdes muy brillantes. El parecía ser muy joven, de una belleza indescriptible. El Niño Jesús fue el primero en hablar:
Jesús: "Mi hijo, mira este corazón..."
El Niño Jesús con una de sus manos abrió el pecho de San José que estaba iluminado. Y con ella sostuvo su Castísimo Corazón, mostrándome.
'Aquí en este corazón encuentras a mi morada, porque es un corazón puro y sagrado. Que todos los corazones sean así, para que puedan ser mis moradas en la tierra. Que los imiten para que puedan recibir mis gracias y bendiciones."
Poco después San José me dice su mensaje:
"San José: mi querido hijo, hoy te bendigo, bendigo a tu madre y a toda tu familia. Mi querido hijo, Dios, Nuestro Señor, desea conceder a toda la humanidad miles de gracias a través de la devoción a mi Corazón. Mi hijo, Jesús y Señor, que creé con el amor de padre aquí, en la tierra, desea que todos los hombres puedan difundir esta devoción de mi Corazón a todos aquellos que necesitan las gracias del cielo. El pide también que todos ayuden a los necesitados con buenas obras y hechos.
Prometo a todos aquellos que honran este mi Castísimo Corazón y que hagan aquí en la tierra buenas obras en favor de los más necesitados, especialmente los enfermos y moribundos, para quienes yo soy como un consuelo y protector, de recibir en el último momento de sus vidas la gracia de una buena muerte. Yo mismo seré para estas almas el abogado ante mi Hijo Jesús y, junto con a mi esposa, María Santísima, los consolare en las últimas horas de sus sufrimientos aquí en la tierra, con nuestra santísima presencia, y descansaran en la paz de nuestros corazones. Así como tu viste a mi Hijo Jesús descansar su cabeza en mi Corazón, así yo y mi esposa, María Santísima, conducirá esas almas a la gloria del Paraíso, delante de su Salvador, mi hijo Jesucristo, para que descansen, inclinándose junto a su Sagrado Corazón, en el horno ardiente del amor más puro y más alto. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!'
Tercer Mensaje (3 de marzo de 1998)
San José vino con túnica blanca, con manto blanca, sosteniendo un lirio y con el Niño Jesús también en blanco.
"Mi querido hijo, escucha y haz saber a todos los hombres lo que Dios me permite revelarles esta noche, pero antes, te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Yo les concederé la paz.
¡Mi querido hijo, cómo el pecado se propaga de una manera tan fuerte! Los hombres se alejan de los trucos más insidiosos del demonio. El enemigo de la salvación quiere destruir a todos los hombres para que, asi, todos se pierdan. El es envidioso y odia a toda la raza humana. Muchos pasan por tantass pruebas y tentaciones que el enemigo de Dios lanza en todo momento, tratando así de destruir las almas de los hombres mortales que fueron creados por Dios.
Los medios de que más el utiliza son los pecados contra la pureza santa, porque la pureza es una de las virtudes más queridas por Dios, y así Satanás desea destruir la imagen de Dios presente en cada criatura a través de esta virtud. Es por eso que Dios pide a toda la humanidad la devoción a mi Castísimo Corazón, porque él desea conceder a los hombres la gracia de vencer las tentaciones y los ataques del demonio en el día a día. Mi hijo Jesús le reveló a mi querido hijo, el poder de invocar mi nombre. Basta invocar mi nombre para poner en fuga todos los demonios.
Prometo a todos los fieles que honren este mi Castísimo Corazón con fe y amor la gracia de vivir la pureza santa del alma y del cuerpo y la fuerza y los medios necesarios para vencer todos los ataques y tentaciones del demonio. Yo mismo los protegeré como parte preciosa de mí. Esta gracia no está destinada sólo a aquellos que honran este Corazón mío, mas también para todos sus familiares que necesitan ayuda divina. A todo lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Cuarto Mensaje (4 de marzo de 1998)
San José vino con un manto de color vino y una túnica verde. Sostuvo un bastón en su mano derecha y mostraba su Castísimo Corazón, que brotaba rayos de luz muy fuertes.
"Mi querido hijo, hoy es el primer miércoles del mes. En cada primer miércoles del mes, mi Castisimo Corazón derrama innumerables gracias sobre todos aquellos que recurren a mi intercesión. En estos miércoles, los hombres no recibirán una lluvia de gracia, sino torrentes muy fuertes de gracias extraordinarias, porque comparto con todos los que me honran y que recurren a mí todas las gracias, todas las bendiciones, todas las virtudes y todo el amor que recibí de mi Divino Hijo Jesús y de mi esposa María Santísima cuando todavía vivía en este mundo y ahora todas las gracias que sigo recibiendo en la gloria del paraíso.
¡Mi querido hijo, qué gran honor y dignidad recibí de nuestro Padre Celestial, que hizo que mi Corazón exultar! El Padre Celestial me concedió el honor de poder representarlo en este mundo para poder cuidar de su Divino y Amado Hijo, Jesucristo. Mi corazón también estaba sorprendido por tanta dignidad, porque me sentía incapaz e indigno de tan grande favor y beneficio, pero puse todo en las manos del Señor y, como su siervo, estaba dispuesto a hacer su santísima voluntad. ¡Piensa, mi querido hijo, que felicidad sentía en mi corazón! El Hijo del Altísimo estaba ahora bajo mi cuidado y era conocido por todos los hombres como mi hijo legítimo. A los ojos de los hombres eso era imposible, pero para Dios todo es posible cuando así Él lo quiere.
Por causa de esta gran gracia y alegría que Dios concedió a mi Corazón y, por tan grande misterio, prometo interceder ante Él por todos aquellos que recurrieron a mi honrando este mi Corazón, la gracia de poder solucionar los problemas más difíciles y las necesidades más urgente, que a los ojos de los hombres parezca imposible, pero, por mi intercesión con Dios se hará posible.
Bendigo, en esta noche, a toda la humanidad. Derramo las gracias de mi Corazón sobre todos los pecadores para que se conviertan. Mi Corazón derrama sus rayos de amor sobre toda la Santa Iglesia. Particularmente sobre el Vicario de mi Hijo Jesús, (*) el Papa. Nadie, como él, tiene acceso especial a este Corazón mío. Que el confíe en mi corazón y en mi intercesión, porque yo soy para el Santo Padre como un Padre y Protector. A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. ¡Hasta Pronto!"
(*) Aquí San José menciona el nombre del Santo Padre, porque había puesto en marcha años antes, el día 15 de agosto de 1989, la Exhortación Apostólica REDEMPTORIS CUSTOS (Defensor del Redentor) que habla de su persona. San José expresa su protección, como a toda la Santa Iglesia, de cual el es protector. Pero este mensaje también se refiere al Papa actual Benedicto XVI, que tiene como nombre Joseph (José), como si fuera un preaviso de que un Papa que tiene por nombre José debería acoger esta devoción del Castísimo Corazón del Padre Adoptivo de Jesús en la iglesia y difundirlo al mundo, pues este es el tiempo de San José. Que Dios apresure este día glorioso cuando la devoción al Castísimo Corazón de San José será conocida y difundida en toda la Iglesia y en todas partes del mundo.
Quinto Mensaje (5 de marzo de 1998)
Esta noche el confidente recibió la visita de la Sagrada Familia. San José estaba de manto beige y una túnica azul gris, teniendo en sus brazos al Niño Jesús que estaba de túnica azul muy claro. Nuestra Señora llevaba un velo blanco y un vestido azul gris. Nuestra Señora fue quien primero hablo:
Nuestra Señora: "Mi querido hijo, en esta noche Dios, Nuestro Señor, me permite conceder su paz a todos los hombres de todo el mundo. Bendigo también todas las familias y les pido que vivan la paz en sus hogares y una íntima unión con Dios. Si las familias quieren recibir las bendiciones y la paz de Dios deben vivir en la gracia divina, pues el pecado es como un cáncer tenebroso en la vida de una familia que no vive unida a Dios. Dios desea que cada familia, en estos últimos tiempos, pida la protección de la Sagrada Familia, porque yo, mi Hijo Jesús y mi esposo Castísimo José, deseamos proteger cada familia contra los embustes del demonio. Que vivan mis apelaciones y este mensaje que Dios me permite revelarles hoy. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hasta pronto. Ahora escuche a mi esposo castísimo José."
San José: "Mi querido hijo, esta noche mi Corazón desea derramar muchas gracias sobre todos los hombres, porque anhelo la conversión de todos los pecadores para que se salven. Que todos los pecadores no tengan miedo de acercarse a este mi Corazón, pues deseo acogerlos y protegerlos.
Muchos son aquellos que andan lejos del Señor por causa de sus pecados graves. Muchos de estos mis hijos están así porque se dejaron caer en las trampas del demonio, el enemigo de la salvación, que busca llevar a todos estos mis hijos al desespero, haciéndoles pensar que no hay más solución o retorno porque, se desesperaron y no confiaron en la Divina misericordia, será para el demonio presas fáciles. Pero yo, mi querido hijo, digo a todos los pecadores, incluso a aquellos que han cometido los pecados más terribles, que tengan confianza en el amor y el perdón del Señor, y que confían también en mí, en mi intercesión. Todos aquellos que recorren a mí con confianza tengan la certeza de mi ayuda para recuperar la gracia divina y la misericordia del Señor. Vea, mi hijo, que el Padre Celestial me confió a su Hijo Divino Jesucristo y al Espíritu Santo, y su esposa Inmaculada, para estar bajo mi cuidado. Mi Corazón sentía una gran paz y alegría por tener a Jesús y a María a mi lado viviendo en la misma casa.
Nuestros Tres Corazones se amaban. Vivimos un amor trinitario, mas era un amor unido en un solo acto de ofrenda al Padre Eterno. Nuestros Corazones se fusionaron en el amor más puro, convirtiéndose en un corazón que viviendo en tres personas que se amaban verdaderamente. Mas vea, mi hijo, cuánto mi Corazón se angustio y padeció al ver a mi Hijo Jesús tan pequeño ya corriendo el peligro de muerte por causa de Herodes que, poseído por el espíritu del mal, mando matar todos los niños inocentes. Mi Corazón paso por una grande tribulación y sufrimiento por causa de ese gran peligro que sufrió mi Hijo Jesús, pero el Padre Celestial no nos abandonó en ese momento, por tanto, envió a su Ángel mensajero que me guió en lo que debía hacer y en la actitud que debí tomar en esos momentos difíciles y de sufrimiento. Por eso, hijo mío, diles a todos los pecadores que no se desesperen ante los grandes peligros de la vida y los peligros que pueden causar la perdición de su propia alma.
Prometo a todos aquellos que tienen confianza en mi Corazón puro y casto, honrándole devotamente, la gracia de ser consolados por mí en sus mayores aflicciones del alma y en el peligro de la condenación, cuando, por desgracia, pierden la gracia divina por causa de sus graves pecados. A estos pecadores que recorren a mi prometo las gracias de mi Corazón para un propósito de enmienda, arrepentimiento y sincera contrición de sus pecados.
Ahora les digo a todos los pecadores que no tengan miedo al demonio y no se desesperen por causa de sus crímenes, más vengan a lanzarse en mis brazos y fortalecerse a mi Corazón para que puedan recibir todas las gracias para su salvación eterna. Ahora le concedo a todo el mundo entero mi bendición: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Sexto Mensaje (6 de marzo de 1998)
También hoy vino la Sagrada Familia.
Jesús: "Yo soy la paz verdadera, concedo mi paz a todos los hombres. Yo soy Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad. Deseo que todos los hombres honren el Corazón Inmaculado de mi Madre María Santísima y el Castísimo Corazón de San José. Mi Sagrado Corazón desea expandir un nuevo flujo de gracias impulsado de amor por la salvación de los pecadores.
Mira, hijo mío, a medio de estos Corazones (Jesús mostró los Corazones de Nuestra Señora y de San José), deseo atraer a todos a mí. Es por medio de estos Corazones que comparto mis gracias y bendiciones. Por medio de ellos, los hombres llegarán rápidamente a mi Sagrado Corazón.
Dígale a todos los hombres que no desperdicien las gracias que deseo concederles. Honrando estos dos Corazones me estarán honrando y glorificando, porque yo escogí a mi Madre, María Santísima y mi Padre Virginal José para cuidar de mí y para yo, el Hijo de Dios, vivir a su lado durante mi misión divina en la tierra. Por eso, aquellos que los honran me estarán honrando, porque ellos honran mi decisión de elegirlos por mis padres en la tierra. Bendigo nuevamente a todos mis hijos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Nuestra Señora: "Queridos hijos, honran a las Santas Chagas de mi Hijo Jesús, porque, por medio de ellos, Dios les concede muchas gracias que servirán para su conversión y la conversión de sus hermanos. En este tiempo de Cuaresma, procuran meditar la Santa Pasión de mi Hijo Jesucristo, para que ustedes puedan comprender lo que mi Hijo Jesús tuvo que soportar y sufrir para liberarlos del yugo del pecado. Este es el momento para que ustedes se reconcilien con Dios y con sus hermanos. Vivan en sus vidas la Santa Ley de Dios. Procuran ser fuertes y firmes en las pruebas, siendo fieles a su ley de amor.
Dios ama la fidelidad. Por lo tanto, mis hijos, cuanto más ustedes fueran fieles y responsables de sus compromisos cristianos, más ustedes comprenderán el amor de Dios y sentirán, en sus vidas, sus gracias. Con mis oraciones, intercedo por cada uno delante de mi Hijo Jesús y les digo que estoy al lado de ustedes para ayudarlos. Así, no se desanimen. ¡Valor! A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
San José: "Mi querido hijo, deseo nuevamente hablarle sobre las gracias que mi Corazón Castísimo desea difundir sobre toda la humanidad. Oh mi Corazón Castísimo, por los impulsos del amor, busca, de todas las maneras, salvar a todos los hombres del pecado. Oh mi Hijo Jesús, por medio de mi Corazón, desea compartir sus bendiciones divinas con todos los hombres. Sé que muchos de ustedes pasan por grandes dificultades porque, en estos últimos tiempos, los hombres ya no se aman mas y no se ayudan mutuamente, sino que viven con sus corazones llenos de orgullo, falsedad, mentiras, intrigas, ambiciones, maledicencias, mezquindades y muchas cosas equivocadas, que son las consecuencias de su distanciamiento de Dios.
¡Mi hijo, vea cuánto yo tuve que sufrir al lado de mi Hijo Jesús y mi Esposa María Santísima! Como ya les dije, había recibido del Padre Celestial la misión de ser el guarda y protector de Jesús y María. Mi hijo, mi corazón se angustiaba porque, como éramos tan simples y sin muchas condiciones de vida, yo procuraba dar una vida digna al Hijo del Altísimo. El único medio que yo utilizaba para traer el pan a la casa era mi oficio de carpintero. No siempre los trabajos tenían su ganancias apropiados.
En ese tiempo la vida también tenía sus problemas, pero siempre tuve confianza en la Divina Providencia, que nos ayudó y concedió sólo lo que fue necesario para nuestro sustento y del Niño Dios, mi amado Hijo Jesucristo. Oh mi Corazón, sin embargo, estaba muy angustiado porque pensé que no le estaba daba una vida digna a mi Hijo Jesús. Esto Dios permitió que me pasar para crecer en confianza en su Divina Providencia, para que la virtud de la humildad pudiera decorar mi alma y yo fuera un ejemplo para todos los hombres y obreros, para que ellos también cumplan con sus deberes y trabajos con amor y paciencia. Yo soy el modelo para todos los trabajadores y obreros. Por eso, mi querido hijo, a todos aquellos que honran mi Corazón y tienen plena confianza en mí y en mi intercesión, les prometo que no serán desamparados en las dificultades y en las pruebas de la vida, porque le pediré al Señor que los ayude con su Divina Providencia en los problemas tanto materiales como espirituales.
Los padres y madres que se consagran a mi Corazón, como también a sus familias, tendrán mi ayuda tanto en sus aflicciones y problemas, como también en la creación y educación de sus hijos, pues así como yo creí al Hijo del Altísimo en sus santas leyes divinas, así ayudare todos los padres y madres que consagran a sus hijos a mi, a criarlos con amor en las santas leyes de Dios para que ellos encuentren el camino seguro de la salvación.
Ahora digo a todos los hombres, consagrarse a mi Corazón Castísimo. Conságrame todo: sus vidas, sus familias, sus trabajos, todo consagren a mí, porque mi Corazón es la nueva fuente de gracias que Dios concede a todo el mundo. Este es mi mensaje para toda la humanidad. Extiendo mi manto sobre todo el mundo y sobre toda la Santa Iglesia. Confía en mí y recibirás todas las gracias. A todos lo bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!"
Séptimo Mensaje (7 de marzo de 1998)
San José vino de manto verde y túnica gris oscuro. Nuestra Señora vino de manto azul y vestido blanco con velo blanco. El Niño Jesús vino de túnica amarillo pálido. San José sostenía la mano derecha de Jesús.
"Mi querido hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi Esposa María Santísima, los bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mi querido hijo, mi Hijo Jesús está muy indignado por los pecados de la humanidad. Él desea derramar su justicia divina sobre todos los hombres que no quieren saber arrepentirse y permanecer obstinados en sus pecados. Vea, mi hijo, yo seguro a su mano, impidiendo que Él derrame su justicia sobre toda la humanidad. Le pido a Él, por las gracias de mi Corazón y por ser digno de vivir a su lado, de cuidarlo con el amor de padre en este mundo y de Él haberme amado con el amor de hijo, que no castiga al mundo por sus crímenes, sino que, por todos mis pequeños que honran y honorarán este mi Corazón Castísimo, se digne derramar su misericordia sobre el mundo.
¡Cuántos pecados son cometidos en el mundo, mi Hijo! Es necesario que los hombres hagan mucha penitencia, que se arrepientan de sus actitudes equivocadas, porque Dios recibe, hoy en día, continuas ofensas de hombres ingratos. Hoy son tantos los ultrajes, sacrilegios y indiferencias por parte de todos los hombres. Es por eso que hoy ocurren tantas calamidades como las guerras, hambre, plagas y tantas otras cosas tristes que el hombre ha pasado por su rebelión hacia Dios.
Dios deja que los hombres sigan sus propios caminos para mostrarles que, sin Él, nunca serán felices. Él deja que los hombres pasen por tanto sufrimientos, para también mostrarles cuáles son las consecuencias que el pecado trae a sus vidas y así la justicia divina castigará a la humanidad debido a su obstinación al no querer obedecer la voluntad de Dios. Por eso, mi querido hijo, en estos últimos tiempos, la humanidad sigue cada vez más obstinada en sus crímenes, porque para ellos lo que más importa son los placeres y las cosas mundanas, que el amor de Dios y sus Mandamientos. Pero la justicia de Dios no tardará de actuar de una manera nunca vista y repentinamente sobre el mundo entero.
Por lo tanto, mi hijo, dile a todos los que honran mi Corazón Castísimo que recibirán la gracia de mi protección para todos los males y peligros. Los que se entregan a mí no serán abatidos por la desgracias, las guerras, el hambre, las plagas y otras calamidades, sino tendrán mi Corazón como refugio seguro de protección. Aquí, en mi Corazón, todos estarán protegidos contra la justicia divina en los días vendrán. Aquellos que se consagrarán a mi Corazón, honorandolo, serán vistos por mi Hijo Jesús con ojos de misericordia, porque Jesús derramará su amor y llevará para la gloria de su Reino todos aquellos que yo coloque en mi Corazón. Este es mi mensaje esta noche. Yo los bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Octavo Mensaje (8 de marzo de 1998)
San José estaba de túnica marrón oscuro y manto marrón claro, rodeado por 12 Ángeles de alas grandes.
Mi querido hijo, mi Corazón exulta de alegría por estos encuentros, porque deseo derramar las gracias que el Señor me permite conceder. Quiero, por medio de mi Corazón, conducir todos los hombres a Dios. Aquí, en mi Corazón, todos los hombres estarán protegidos y, por medio de él, comprenderán el amor de Dios en sus vidas.
"Mi hijo, todos los aquellos que propagan devoción a mi Corazón y la practican con amor y con el corazón, tengan la certeza de tener sus nombres grabados en el, así como la cruz de mi Hijo Jesús y la "M" de María están grabadas en forma de llagas. Esto vale también para todos los sacerdotes que yo amo con predilección. Los sacerdotes que tienen devoción a mi Corazón y la difundan tendrán la gracia concebida por Dios de tocar los corazones más endurecidos y convertir a los pecadores más obstinados. Que todo puedan difundir la devoción de mi Corazón, porque es Dios mismo quien así lo pide. A todos los que escuchan mis apelaciones mi bendición."
Particular para el confidente: "Usted debe difundir entre todos los hombres esta devoción, mi querido hijo, porque usted fue designado por Dios para ser el apóstol de mi Corazón. ¡Hable a todos de mi amor! Mas tarde vengo a hablarles sobre otras cosas que serán muy importantes para la salvación de muchas almas. Dios te ha encargado una gran misión. Confía en mí y usted sabrás cómo realizarlo verdaderamente. Ahora yo te bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Mensaje de la Santísima Virgen (9 de marzo de 1998)
San José vino de manto de color vino y una túnica blanca. Nuestra Señora, con un manto azul y vestido blanco. El Niño Jesús, todo en blanco, en la falda de San José.
"Mi querido hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi Esposo Castísimo José bendecimos al mundo entero. Les pido que escuchen y vivan los santos mensajes del Señor. Conviértanse.
Continúen a rezar cada día el Santo Rosario y, particularmente, queridos hijos, los siete credos, porque habrá aquí, en el Amazonas, una gran pérdida de fe. Por eso les he pedido que recen siempre y sigan rezando los siete credos, porque muchos serán aquellos que perderán su fe y abandonarán la Santa Iglesia en los difíciles momentos que vendrán y yo, vuestra Madre, les pido que continúen a rezar para que se evite ese gran mal y esos días difíciles que muchos pasarán. El Padre Eterno, en esta noche, me permite revelarles la promesa de mi Inmaculado Corazón para todos aquellos que honraran devotamente y tienen amor por el Corazón de mi Esposo José.
Dile, mi hijo, a todos aquellos que honrarán a su Corazón Castísimo que serán beneficiados con mi presencia materna en sus vidas de una manera especial, porque yo estaré al lado de cada hijo mío y de cada hija mía, ayudándolos y confortándonos con mi Corazón de Madre, como ayudé y conforté a mi Esposo Castísimo José en este mundo. Y todo lo que pidan a su Corazón con confianza, prometo interceder ante el Padre Eterno, mi Divino Hijo Jesús y el Espíritu Santo, obteniendo del Señor la gracia de alcanzar la perfecta santidad e de imitar a mi Esposo José en las virtudes, alcanzando así la perfección del amor como él vivió.
Con esto, mi querido hijo, los hombres aprenderán a amar a mi Hijo Jesús y a mí con el mismo amor de mi Esposo José, recibiendo de nuestros corazones el amor más puro que compartiremos con ellos. Yo, mi Hijo Jesús y mi Esposo Castísimo Joseph estamos al lado de cada uno de ustedes. No teman, porque nuestros corazones los protegerán siempre. A todos bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Terminado el mensaje dado por Nuestra Señora, la Sagrada Familia dio su bendición y comenzaron a elevarse al cielo y Nuestra Señora dijo:
"¡Por fin, nuestros Corazones Unidos triunfarán!"
Mensaje de Nuestro Señor Jesús Cristo (10 de marzo de 1998)
"Mi querido hijo, hoy derramo las gracias de mi Corazón y bendigo a toda la humanidad. Deseo que todos los hombres tengan devoción al Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José. Aquellos que lo honran como a mi Corazón, me hacen feliz. Que usted pueda habla a todos los hombres sobre esta devoción que se les ha revelado. Te encargo usted esta misión como ya te dije. Debes amar a mi Padre Virginal José, así como yo lo amo, porque, amándolo, harás mi voluntad imitándome en todo. Quiero salvar a todos los pecadores. Yo amo a todos... Yo soy tu Dios, yo los creé y quiero que sean felices a mi lado y compartir de mi amor y la gloria del paraíso.
Por eso, mi hijo, todos aquellos que honran el Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José recibirán la gracia de, en el último día de sus vidas, en la hora de muerte, vencerán los embustes del enemigo de la salvación recibiendo la victoria y la recompensa merecidas en el Reino de mi Padre Celeste. Aquellos que honran este Corazón Castísimo devotamente en este mundo tendrán la certeza de recibir una gran gloria en el cielo, gracia que no será concedida a aquellos que no lo honran como yo pido.
Las almas devotas de mi Padre Virginal José se beneficiarán de la visión beatífica de la Santísima Trinidad y tendrán un profundo conocimiento de Dios uno y trino, el tres veces Santo, también disfrutarán de la presencia de mi Madre Celestial y de mi Padre Virginal José en el Reino del cielo, como de mis maravillas celestiales reservadas a todos ellos desde la eternidad. Estas almas serán queridas por la Santísima Trinidad y por mi Madre María Santísima y rodearán el Corazón Castísimo de mi Padre Virginal José como los más lindos lirios. Esta es mi gran promesa a todos los hombres del mundo entero, devotos de mi Padre Virginal José. Yo lo bendigo, mi querido hijo, como toda tu familia y al mundo entero: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta Pronto!"
Jesús estaba vestido majestuosamente, hablaba con gran amor y con una autoridad real. Estaba muy lindo y lleno de luz que irradiaba de su ser, como si esta luz viniera de adentro hacia afuera y permaneciera a su alrededor. Cada vez que Él hablaba de la devoción al Corazón de su Padre Virginal José, su rostro se iluminaba y su Corazón brillaba más fuerte.